domingo, 18 de noviembre de 2012

MODELO DE COMENTARIO CRÍTICO



MODELO DE COMENTARIO CRÍTICO DE UN TEXTO SEGÚN LA GUIA DE SELECTIVIDAD
TEXTO:     
 Un día a la semana, generalmente el sábado, me entrego a una actividad terapéutica.  Por ejemplo: ver la tele debajo de una mantita. Me gusta mucho. Tanto me gusta que a veces hasta me duermo. El sueño no es una respuesta de hastío, sino de placer. Y como digo la tele digo el cine. Sumergida bajo una mantita (la misma), me dispongo a ver una de esas películas que la crítica considera obras maestras. No falla: a los 10 minutos ya estoy sopa. Afortunadamente, mis sueños son cortos, así que empalmando los minutos de lucidez que quedan libres entre sueño y sueño, logro hacerme una idea de la película. 
     La televisión es un animal de compañía. La pones bajita y te arrulla. En mi caso, si no veo la tele, no duermo. Tema aparte es que crea lo que dice, aunque a veces estoy a punto. Entonces desarrollo una sintomatología que dura tres días. Hablo sin hablar en mi, tipo ventrílocua, y digo cosas que habitualmente no están en mi vocabulario, como “argumentar”, “Estado de Derecho”, “asignatura pendiente” y “dicho esto”.  Cosas que sirven para rellenar pero en las que nunca pienso. O sea, doctrina. No existe una sola doctrina, sino dos o tres; como tampoco existe un pensamiento único, sino varios, aunque si te fijas, todos se nutren de las mismas expresiones.  
   Sumida en el trance hipnótico de la mantita yo no suelo fijarme mucho, pero mi subconsciente es una esponja y lo absorbe todo. Así que nada más abrir el ojo empieza a emitir señales. Los hombres de mi casa dicen que incluso dormida pronuncio frases sicalípticas del estilo “como no podía ser de otra manera”.  Ellos no lo saben, pero cuando eso ocurre, estoy soñando. O sea: sueño que estoy en una tertulia ( como no podía ser de otra manera, claro).
     La gente imita a la tele, ese animal de compañía que proporciona hogar y doctrina. Se empieza diciendo  “como no podía ser de otra manera” y se acaba poniendo a parir a ZP. En este mundo nuestro, las palabras aparecen antes que las ideas. El mimetismo es el lenguaje lo que el contagio a la gripe. Ahora todos hablamos igual. Igual que la tele, quiero decir. El habla es el mensaje. No somos conscientes porque la inercia nos lleva como el agua lleva al río. Es una música familiar que taladra el cerebro con la potencia del berbiquí. Cada nota aporta una brizna de doctrina, y muchas notas seguidas conforman el catecismo sinfónico. Nos hemos vuelto incapaces de articular una sola nota fuera del pentagrama orquestado. Somos unos mansos.
                                           ( Carmen Rigalt. “ Somos unos mansos”. El mundo, 2009   



Contextualización:   Nos encontramos ante un periodístico, concretamente un  artículo de opinión de carácter expositivo argumentativo. Se trata de un texto cercano a nosotros según figura a pie de página ( 12-3-2009),  y publicado en el periódico El Mundo.
Desarrollo: El texto tiene como asunto “el amuermamiento de la televisión”. La escritora, ahonda de modo intimista en el tema de la alienación de la televisión a partir del retrato de sí misma. Carmen Rigalt, parte para ello de una de sus costumbres hogareñas, la de descansar en el sofá los sábados por la tarde, con el sopor que le provoca una película de la tele y el calor de una pequeña manta. Y de esta forma analiza su dependencia hipnótica de ambos elementos: la tele como animal de compañía que, si no la ve, no puede dormir y actúa como una autómata, pues por su boca habla la gran pantalla con expresiones adoctrinadoras; y la mantita, telón para que actúe el subconsciente esponjado por tales doctrinas, volviendo a esta mujer actriz insulsa de un sueño donde emite palabras que no identifican sus propias ideas. De ello resuelve que el medio televisivo crea patrones miméticos en la mente de los espectadores para emplear por inercia un mismo lenguaje carente de mensajes personales que suena a música de catequesis mansa.
¿Quién no se reconoce en el espejo de este retrato cotidiano? Las palabras de este artículo, con acento dulce y manso, nos denuncian a todos en nuestra vocación borrega por descansar delante de la caja tonta, intentando olvidar los problemas del día o de la semana con sus banalidades. En efecto, como se deduce del texto, creemos usar el medio, pero es el medio quien nos mediatiza a nosotros, pues nos vuelve adictos a su triste runrún de nana sin brazos ni cariño, nos aliena con palabras vacías que no son nuestras y que con el cordón umbilical de la costumbre nos inflan en la cabeza una burbuja de sinsentido para que crezca la paranoia de gigantes malos donde sólo hay molinos en marcha.
Yo echo la culpa de tanta tontería televisiva a la publicidad. Según las bandas horarias y el calendario oportuno, nos bombardea ya sea con productos en venta con el gusanillo de conseguir la felicidad, ya sea con panfletos políticos que prometen justicia social con argumentos siembre más ofensivos que creativos. Tanto es así que, como bien explica Rigalt, acabamos siendo los muñecos de los ventrílocuos, con una mano ajena y bien organizada que nos sujeta por dentro y que nos dirige hacia la inercia imitativa. Y cuando parloteamos con la barbilla más que con el corazón, confundimos los términos  ser feliz y comprar mucho, y criticar y descalificar. El mando a distancia lo tienen ellos y no yo. Si hago zapping, no escapo de lo que me gusta, simplemente doy vueltas, entre esquinas fragmentarias, por el laberinto del embotamiento. ¿No habéis pensado nunca que pasarse las horas delante de la tele empieza como un guiño seductor y acaba siendo frustrante? Me recuerda aquel Retablo de las maravillas que nos contaba la profesora de Lengua como una historieta cervantina sobre la hipocresía social. Es verdad: la pantalla promete todo, pero no te da nada.
Tengo amigos absolutamente freakis, que se pasan el día entero delante de la tele o de las películas de youTube del ordenador. Han engordado mucho en grasas y en estereotipos. No salen de su casa, no tienen experiencias que contar, sólo hablan de la electrónica y de las novedades mundiales que les interesan porque son espectaculares. Se han atrofiado para estudiar, y sus notas son pésimas. Sienten grima ante un libro, porque les da dolor de cabeza; claro, tienen que concentrarse para imaginar lo que no ven…
Esta tendencia está masificada entre nosotros: si conversando en clase le digo a mis amigos que no sé quién es el famosillo del programa X, me miran como a un extraterrestre, y entonces me siento descolocado, como E.T: <<Ufff, mi casa>>. Y, si miro al pasado, nos veo de pequeños calladitos frente a los dibujos animados, memorizando canciones (eslóganes), de los anuncios. Lástima, porque la tele-adición suplanta al juego infantil… y camufla grais asuntos violentos que estamos acostumbrados a ver de lo más normal.
En conclusión, pienso que a menudo deberíamos hacer como Carmen Rialt: ponernos ante el espejo para hacer balance sobre lo bueno y lo malo que nos reportan la tele y otros medios audiovisuales. Por supuesto, en la familia, pero muy especialmente en la escuela y el instituto, deberían orientarnos desde la infancia hacia su uso responsable y crítico. Usar y no ser usado por ellos es una urgencia educativa que, en mi modesta opinión, podría ponerse en marcha sacando provecho comunicativo de los multimedia que tanto nos atraen en la sala Plumier, para hacer proyectos creativos que estén relacionados con nuestras experiencias vitales. A estas edades somos muy imaginativos. Creo que los educadores deberían aprovechar nuestras capacidades, no para dar culto a los productos, sino para producir cultura.
Análisis léxico:
1.- Expresa el sentido que tienen, en este texto, las siguientes palabras: terapéutica, lucidez, ventrílocua, subconsciente.
-        Terapéutica: relativa a la curación de las enfermedades.
-        Lucidez: estado despejado, claro, de la mente.
-        Ventrílocua: persona que es capaz de pronunciar palabras sin mover los labios.
-        Subconsciente: dimensión de la mente en que tiene lugar algo de lo que el individuo no se da cuenta.
2.- Señala qué palabras, o grupos de palabras, de este fragmento se pueden asociar con la idea de “repeticiones” e indica brevemente por qué.
Es muy cómodo repetir lo que la mayoría dice. Esta tendencia a repetir se asocia con expresiones que aparecen en el texto, que son, al menos, una palabra –inercia- y tres grupos de palabras  -las mismas expresiones, la gente imita a la tele y todos hablamos igual-.
  1. Inercia: es la continuación en el mismo estado en que se está, no cambiar su situación.
  2. Como todos –o, al menos, la mayoría- vemos la tele, tendemos a repetir expresiones que oímos muchas veces aunque no nos demos cuenta siempre de lo que significan: las mismas expresiones, la gente imita a la tele, todos halamos igual.
Análisis sintáctico y morfológico.
  

1 comentario:

  1. Se supone que se haría así. Y estaría bien? No sabes de algún comentario corregido. ?

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