S.
XIX: ROMANTICISMO Y REALISMO
(ESQUEMA)
Contextualización del S. XIX:
Ø Suele
situarse el comienzo de la Edad Contemporánea en la Revolución Francesa, a
finales del S. XVIII, que marca un nuevo rumbo en la evolución de la política y
la sociedad europeas.
Ø En
España, el hecho más importante es la Guerra de la Independencia (1808-1814),
para expulsar a las tropas napoleónicas que la
habían invadido durante el
reinado de Carlos IV.
Ø Fernando
VII, primer monarca de la época. Isabel II, hija de Fernando, cuya subida al
trono provocaría el enfrentamiento de carlistas e isabelinos, (Guerras
Carlistas). Se proclama después la Primera República, y en 1875 vuelve la
monarquía en la figura de Alfonso XII.
ROMANTICISMO
( 1ª mitad del S. XIX)
-->(Libro
de texto: Unidad 2 de Literatura. Pag.322-349)
El Romanticismo fue
el movimiento literario que se desarrolló durante la primera mitad del siglo.
I.
Características:
·
Deseo de libertad.
·
Mezcla de temas y formas.
·
Exaltación del sentimiento y de lo subjetivo.
·
Búsqueda de espacios y tiempos exóticos e
idílicos, lejanos a la realidad.
II.
Géneros:
1.
Lírica:
1.1.- Romántica: “El Diablo Mundo”, de
José de Espronceda (1808-1842). Consta de 5802 versos. Obra polimétrica y
polimórfica (introduce escenas teatrales en el canto V, una elegía a su amada
en el Canto II…).
Es un canto a la esencia de la vida humana.
1.2.- Romántica tardía (mediados del
siglo XIX): “Rimas”, de Gustavo Adolfo Bécquer, o “En las orillas del Sar,” de
Rosalía de Castro.
2.
Narrativa:
2.1.- Novela
histórica (“El doncel de don Enrique el Doliente”, de Larra).
2.2.- Leyendas, relatos breves que transcurren
en un tiempo remoto o desdibujado
(“Leyendas”, de Bécquer).
3.
Ensayo: el
artículo periodístico. “Artículos” de Mariano José de Larra (1809-1837):
críticos e irónicos, de temas costumbristas, políticos y literarios.
4.
Teatro: el drama romántico.
4.1.- “Don Álvaro o la fuerza
del sino”, de Ángel Saavedra, duque de Rivas (1771-1865):
-
Drama en cinco jornadas (ruptura de las
unidades aristotélicas. Se desarrollan diferentes acciones, en distintos
lugares y abarca tres años).
-
Trata sobre el amor imposible entre don Álvaro
y doña Leonor. El protagonista se suicida tras ver la muerte de su amada.
4.2.- “Don Juan Tenorio”, de José Zorrilla.
ROMANTICISMO
( 1ª mitad del S. XIX)
INTRODUCCIÓN:
El Romanticismo es un
movimiento cultural característico de la primera mitad del siglo XIX. Se opone
a los principios básicos de la Ilustración y resulta de la profunda crisis
social e ideológica de un mundo en acelerado cambio.
El
derrumbamiento de los valores tradicionales, la despersonalización del
individuo dentro de la nueva sociedad industrial y el auge del materialismo y
la tecnificación conducen a dos actitudes opuestas:
a. el
rechazo de la nueva sociedad, sea añorando un pasado perdido, sea inventando
mundos ideales;
b. la reivindicación de un progreso más acentuado
que permita llegar a una sociedad auténticamente humana en la que tengan cabida
la fantasía, la espiritualidad, la libertad o la justicia.
El
siglo XIX constituye uno de los períodos más agitados de la historia: comienza
con la guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814), y termina
con la derrota contra los Estados Unidos, el “desastre del 98”, que supuso la
pérdida de las últimas colonias americanas.
Ocurrieron
también otros acontecimientos importantes:
_ La restauración del
absolutismo de manos de Fernando VII tras el fin de
la
guerra (1814).
_ Una sucesión de guerras
carlistas durante el reinado de Isabel II (hasta
1868)
y, tras unos años de inestabilidad, se restaura la monarquía borbónica con
Alfonso XII.
El
Romanticismo empieza a gestarse durante las últimas décadas del S.XVIII y
reivindicaba los sentimientos, los ideales, la fantasía, las emociones, la libertad…
Se exaltan los nacionalismos y se rescatan las lenguas vernáculas.
Esto
dio lugar a dos tipos de Romanticismo:
_ Romanticismo tradicional:
quiere recuperar valores perdidos: patria, religión, la familia.
_ Romanticismo liberal: cree en los derechos
del individuo.
CARACTERÍSTICAS DEL ROMANTICISMO.
-Espíritu individualista. El
Romanticismo equivale a la rebelión del individuo, a la violenta exaltación de
la propia personalidad. El "yo", al que ahora se le tributa un culto
frenético, constituye el máximo objetivo de toda la vida espiritual. El mundo
externo apenas conserva otro valor que el de mera proyección subjetiva. Agudo
egocentrismo que tiene sus raíces en la doctrina enciclopedista (defensora de
la postura crítica intelectual) y en el mundo prerromántico (rehabilitador del
mundo de las emociones personales).
-El
hombre romántico se caracteriza también por su aislamiento
y soledad, temas básicos del Romanticismo. Su individualismo está marcado
sobre todo por su conciencia aguda y dolorosa de la propia personalidad,
de ser distinto de los demás, que en ciertos casos incluso deriva
en un sentimiento de superioridad - su genio, su desgracia o infelicidad
mayor que las de nadie -. Esta es la razón por la cual el yo del artista
pasa a ocupar el primer plano de la creación. Los sentimientos expresados
en las obras románticas son los de sus creadores, quienes expresan
su insatisfacción con el mundo, su ansia de infinito, su búsqueda
del absoluto, su amor apasionado, su deseo vehemente de libertad,
sus estados de ánimo, . Por este motivo la poesía lírica o la música
son a lo largo de todo el siglo XIX las artes supremas.
-El ansia de libertad. El ya
mencionado individualismo del hombre romántico produce en él una protesta
contra las trabas que hasta entonces tenían cohibido su espíritu, lo cual
deriva consiguientemente en un ansia de libertad que se refleja en todas las
manifestaciones de la época: el arte, la literatura, la música, la industria,
el comercio, la conciencia,...
-Irracionalismo. Los
románticos rechazan la razón y todo lo racional. Sus temas preferidos están
relacionados con lo sobrenatural, la magia y el misterio. A estos románticos
les falta un pensamiento sistemático y coherente; no comprenden ni interpretan
el mundo de una forma global.
*Subjetivismo. En el romanticismo se
le concede una gran importancia a las emociones, los sueños o las fantasías.
Como formas de conocimientos principales se aceptan la intuición, la
imaginación y el instinto; es decir impulsos no racionales, marcados por los
sentimientos.
La
pasión se considera una fuerza superior a la razón.
- El
espíritu idealista. Los románticos sienten una gran
predilección por lo absoluto, lo ideal, en conexión con la filosofía idealista,
esencialmente alemana, que se impone con fuerza en toda Europa durante la
primera mitad del siglo. Por este motivo buscan desesperadamente la perfección,
lo absoluto, lo cual explica, por una parte su necesidad de acción, su
vitalismo, pero por otra, los anhelos insatisfechos que derivan en su
frustración e infelicidad. Ese vago aspirar hacia un mundo superior al de las
realidades sensibles y que la razón no acierta a definir, cristaliza a menudo
en unos ideales concretos, que el romántico se impone como norte de su vida: la
Humanidad, la Patria, la Mujer. Hacia estos objetivos concretos el hombre
romántico dirige sus ardorosos afanes: el sentimiento filantrópico, el ideal
patriótico y el amor, al que a menudo se le une un vago misticismo.
-Angustia metafísica. Al
haber perdido la confianza en la razón, el ser romántico es por naturaleza
alguien inseguro e insatisfecho, lo cual da lugar a la desazón vital romántica.
El romántico siente la vida como un problema insoluble. Su instinto le denuncia
la existencia de fuerzas sobrenaturales que escapan a todo conocimiento racional
y una invencible angustia sobrecoge su ánimo. Se sabe víctima de un ciego Destino
sin justificación lógica e increpa a la Naturaleza, que contempla impasible su
dolor. La idea de infinito preside su vida; de ahí su inquietud febril y su
terrible desequilibrio. Este aspecto es, sin embargo, también motor de la
creación artística en la búsqueda constante del romántico de respuestas y
soluciones a las dudas y problemas que se plantean.
- Choque
con la realidad. Otro
tema importante en el Romanticismo es eldel desengaño que deriva del choque
entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no da
satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico - arrastrado por las
imágenes que él mismo ha creado en su interior - se encuentra con que la
realidad no responde a sus ilusiones. Este hecho lleva al hombre romántico,
falto de serenidad para aceptar su ambiente, a un violento enfrentamiento con el
mundo y a rebelarse contra todas las normas morales, sociales, políticas o
religiosas.
- Evasión. Otro
tema importante en el Romanticismo es el del desengaño que deriva del choque
entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no da
satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico - arrastrado por las
imágenes que él mismo ha creado en su interior - se encuentra con que la
realidad no responde a sus ilusiones.
Este
hecho lleva al hombre romántico, falto de serenidad para aceptar su ambiente, a
un violento enfrentamiento con el mundo y a rebelarse contra todas las normas
morales, sociales, políticas o religiosas.
- Nacionalismo. En el
Romanticismo aparece una cierta obsesión por buscar las raíces de cada pueblo
en su historia, en su literatura, en su cultura, . Es ahora cuando se inventa
el concepto de pueblo como entidad espiritual supraindividual a la que
pertenecen individuos concretos que comparten una serie de características
comunes: lengua, costumbres, folclore. Así se comprende la revitalización de
los antiguos poemas épicos y de las leyendas y tradiciones locales. Es evidente
que estas ideas románicas se oponen frontalmente al espíritu universalista de
la Ilustración.
LA POESÍA ROMÁNTICA.
Se
cultivan dos géneros: la poesía narrativa (relato en verso de sucesos históricos,
legendarios o inventados) y la poesía lírica. Los poemas
narrativos combinan la descripción, el diálogo y, también, momentos
líricos con la narración propiamente dicha. La poesía lírica romántica
expresa temas como la melancolía, el cansancio de la vida, el amor, la mujer
ideal, etc.
No
obstante, uno de los rasgos de la poesía romántica es la mezcla de géneros, de
modo que no siempre resulta clara la distinción entre lírica y épica narrativa.
Otra
característica de la poesía romántica es la polimetría, es decir, el empleo de
diferentes versos y estrofas en un mismo poema.
Los
poetas románticos más importantes son: José Zorrilla (1817-1893),
Espronceda
(1808-1842), Bécquer (1836-1870) y Rosalía de Castro (1837-1885).
En
realidad, sería más adecuado llamar a los dos últimos poetas posrománticos,
puesto que componen su obra en la segunda mitad del siglo
XIX;
además, estos dos autores buscan alejarse de la retórica vacía que caracterizaba
a muchas de las obras románticas cercanas a la mitad de siglo recurren para
ello a la condensación y la simplificación formales, al arte de sugerir con la
palabra.
José Espronceda.-
Aunque
escribió también teatro y novela, Espronceda destaca sobre todo por su poesía,
tanto lírica como narrativa.
Entre
sus poemas líricos figuran “Canción
del pirata”, “El
verdugo”, “A
Jarifa en una orgía”... En ellos encontramos ya el Espronceda
típico: defensa de los marginados, identificación con los proscritos, desprecio
de las leyes y las riquezas
materiales, anhelo de libertad, sentimentalismo, etc.
Sus
dos grandes poemas, “El
estudiante de Salamanca” y “El
diablo mundo”, si bien son básicamente narrativos,
ejemplifican la mezcla de géneros
propia
del Romanticismo, puesto que los fragmentos propiamente narrativos alternan
con pasajes líricos y escenas dramáticas.
El
estilo de Espronceda es típicamente romántico. Le gustan las sensaciones
extremas; eso explica su afición a las sonoridades retumbantes, los efectos
rítmicos sorprendentes, las rimas agudas, los cambios métricos repentinos, los
contrastes violentos, las exclamaciones, las interrogaciones retóricas, etc. Le
interesa siempre la reacción sentimental de los lectores, por lo que abusa de
las situaciones emotivas y de la tendencia a lo misterioso.
Gustavo Adolfo Bécquer.-
Destaca
tanto por su poesía como por su prosa.
La
primera edición de sus textos poéticos apareció póstumamente con el título de “Rimas”. Los
temas de las Rimas
son
básicamente dos: el amor y la poesía. El amor se identifica con la mujer,
expresión máxima de la belleza, pero poco más que un ideal porque resulta
inaccesible, es un misterio o se desvanece como un sueño. El resultado final es
la desilusión, la angustia y la soledad. La poesía se concibe como expresión de
emociones íntimas que están más allá del poeta mismo y que sólo esperan al
escritor que sepa formularlas.
En
cuanto al estilo, la poesía de Bécquer es sintética, normalmente breve y nada
grandilocuente. Ahora bien, bajo la aparente sencillez de sus versos, se
advierte una consciente elaboración de los textos. Además, muestra un esfuerzo
por armonizar la poesía culta y la tradicional; así, por ejemplo, usa frecuentemente
combinaciones de endecasílabos y heptasílabos, al modo de la silva culta, pero
en estrofas normalmente breves, como en la lírica tradicional; o si en
ocasiones emplea estrofas clásicas (octava real, serventesio, quintilla), muy a
menudo utiliza formas populares (copla asonantada, seguidilla). En general,
prefiere la rima en asonante, con lo que evita la sonoridad estridente del
Romanticismo. Por último, Bécquer se acerca al Simbolismo al aludir a ideas o
sentimientos que se resisten a ser formulados con palabras (la belleza, el
amor, la poesía) mediante vocablos que designan elementos de la realidad
cotidiana.
Como
prosista, destaca por sus “Leyendas”,
relatos fantásticos muy románticos tanto por sus temas: la mujer ideal, el
ansia de amor absoluto, el desengaño, como por sus personajes (caballeros,
artistas, bellas mujeres) y sus ambientes (la Edad Media, el mundo oriental o
morisco, la noche). Algunas son muy conocidas: “El rayo de luna”, “El Monte de las Ánimas”, “El caudillo de las manos rojas”, “Los ojos verdes.”..
La prosa de las Leyendas
se
caracteriza por su ritmo musical y su calidad pictórica.
Rosalía de Castro.-
Aunque
escribió también en prosa, destaca sobre todo como poetisa.
Compuso
versos en gallego “Cantares
gallegos”, “Follas
novas” y en castellano “En
las orillas del Sar”.
Con
esta autora nos encontramos ya muy cerca de la poesía contemporánea: manifiesta
su mundo interior abiertamente y sin el tono declamatorio y muchas veces
superficial del Romanticismo más externo. Por otra parte, su maestría en el uso
de los recursos poéticos y sus innovaciones métricas anuncian la poesía
modernista. Finalmente, desde el punto de vista temático, la expresión de la
intimidad permite que sus versos transmitan sensación de autenticidad y que
confiese en ellos sus inquietudes sociales y su conciencia de mujer oprimida.
LA PROSA EN EL ROMANTICISMO.
Se
cultivan varios subgéneros en prosa:
- Los cuadros
de costumbres: pequeños relatos que reflejan
los modos de vida, usos, costumbres, ambientes y tipos de la sociedad
contemporánea del autor.
Carecen
prácticamente de acción, usar poco el diálogo, describir tipos, ambientes y
hábitos contemporáneos del autor, y obedecer a un propósito
didáctico-moralizador o
humorístico o satírico. Destacan: Mesonero Romanos con “Escenas
Matritenses” y los artículos de costumbres de Mariano
José de
Larra.
- La
novela
histórica: por
lo general ambientada en la Edad Media, no aspiraba a reconstruir con exactitud
el pasado, sino simplemente a presentar en esos ambientes los conflictos e
intereses románticos. Su auge muestra el deseo de los románticos de evadirse
del presente. Cabe destacar dos novelas:
“El doncel de don Enrique el
Doliente”, de Larra y “El señor de Bembibre”, de
Enrique
Gil y Carrasco.
- El folletín fue un
género que se difundió en periódicos o ediciones independientes por entregas.
En él se narraban unos conflictos sentimentales (llenos de misterio, aventura e
intriga) protagonizados por unos personajes tipificados
- La
leyenda y el relato
fantástico: historias en las que abundan
los elementos extraños, misteriosos, sobrenaturales… “Leyendas” de
Bécquer.
Mariano José de Larra.-
Nace
en Madrid 1809, pero residió en Francia con su familia hasta los nueve años de
edad. Se suicidó en 1836, y su trágica muerte, tal vez por su fracaso amoroso,
lo convirtió en prototipo del Romanticismo. Utilizó pseudónimos y el más
conocido es Fígaro.
Aunque
cultivó otros géneros es en el periodismo donde sobresale especialmente. Entre
sus muchos textos periodísticos destacan sus artículos de costumbres “El casarse pronto y mal”, “El castellano viejo”, “Vuelva usted mañana”, “El día de difuntos de 1836”, “La Nochebuena de 1836”, etc.
Son fundamentalmente satíricos: censuran comportamientos y usos sociales diversos
como la holgazanería, la brutalidad, la hipocresía, el mal gusto, etc.
Pero
la sátira no busca el humor fácil o el mero entretenimiento, sino que se hace
con voluntad reformadora y modernizadora.
Por lo
que respecta al estilo, Larra busca convencer y gustar al lector de la prensa.
Para ello usa los más variados recursos, pero siempre con un lenguaje claro y
directo en el que son constantes la ironía y el sarcasmo. La ironía es para
Larra el mecanismo fundamental para desvelar las apariencias y dejar al desnudo
las situaciones que satiriza.
TEATRO ROMÁNTICO
Aunque
durante este periodo se compusieron tragedias clásicas, comedias moratinianas,
comedias de magia y obras pertenecientes a la alta comedia e, incluso, se intentó
resucitar la comedia barroca, el género del momento por excelencia fue el DRAMA ROMÁNTICO.
Frente
al teatro costumbrista y moralizante del Neoclasicismo, se alza el drama
romántico, que es la negación de los preceptos del teatro anterior, al mezclar
lo cómico con lo trágico. Pero, ¿por qué el drama? Es normal que surja con
fuerza el drama, puesto que el hombre romántico tiene una concepción desgarrada
y dramática de la vida. Los dramas románticos conocen un éxito rapidísimo. Sus
principales características son las siguientes:
a. El tema fundamental es el
amor, un amor que está por encima de las convenciones sociales. La
imposibilidad de alcanzar un amor puro en un mundo hostil hace que
frecuentemente los finales sean trágicos.
b. Suelen desarrollar las
acciones amorosas en un marco histórico, normalmente de la historia nacional.
c. Generalmente, los personajes
carecen de evolución psicológica.
d. Contienen numerosos elementos
melodramáticos (origen desconocido de los personajes, anagnórisis o reconocimientos
finales, escenas sepulcrales, desafíos...) cuyo fin es conmover y emocionar al
público, al que ahora, a diferencia del teatro neoclásico, no se pretende aleccionar.
e. Frente al teatro neoclásico
y como el teatro barroco, mezclan tragedia y comedia y no respetan la regla de
las tres unidades.
f. Introducen la innovación de
mezclar el verso y la prosa, aunque a la larga se impone el verso y con
polimetría, como en las comedias barrocas.
Los
dramas románticos más notables son: “La
conjuración de Venecia” (Martínez de la Rosa), “Macías” (Larra),
“Don Álvaro o la fuerza del sino” (duque
de Rivas), “El trovador” (García
Gutiérrez), “Los
amantes de Teruel” (Hartzenbusch) y, por último, tres obras de
Zorrilla: “El zapatero y
el rey”, “Don
Juan Tenorio y Traidor, inconfeso y mártir.”
El duque de Rivas.-
Autor
de extraordinarios Romances históricos, sobre asuntos de nuestro pasado, la
obra que más fama le dio: “Don
Álvaro o la fuerza del sino”. Esta obra reproduce todas
las características del teatro romántico. La acción transcurre entre España e
Italia, pasan varios años, mezcla lo trágico con lo cómico y la prosa con el
verso, se divide en cinco actos, el protagonista está envuelto en misterio…
José Zorrilla.-
Se le
denominó “poeta nacional”. Su inspiración nace, fundamentalmente, de la
historia y de las leyendas españolas, fruto de la cual son sus excelentes
poemas: “A buen juez
mejor testigo” y “Margarita
la Tornera.”
Como
dramaturgo: “El
zapatero y el rey”; “Traidor,
inconfeso y mártir” y sobre todo “Don Juan Tenorio” en donde retoma la
figura del burlador de Sevilla ya tratada por Tirso de Molina en el s. XVII.
Textos
para el comentario
(3) “Vuelva usted mañana”.
Para
las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba
hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el
genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta
el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con
la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para
trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre
llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en
este país.
No
paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado
llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar
botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola;
y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo
dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus
conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban,
ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!
-
¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas
pruebas.
-
Me parece que son hombres singulares...
-
Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.
Mariano José de Larra.
TE RECUERDO QUE:
La prensa se convirtió en el siglo XIX en un medio imprescindible
de difusión de ideas, noticias y obras literarias; fue además un vehículo de
lucha social y política. Los escritores románticos utilizarán el artículo
periodístico para mostrar a través de la ironía su desacuerdo con la sociedad.
Para aproximarnos a este género, comentamos el fragmento de un artículo de
Larra, una de las personalidades literarias más destacadas de su época.
Larra
cultivaba diferentes géneros literarios, pero es más conocido por sus artículos
periodísticos publicados bajo el seudónimo de Fígaro o el de El
pobrecito hablador. De él se ha dicho que es el mejor periodista
español de su tiempo y el creador del periodismo moderno.
Un artículo, es una
exposición o argumentación que contiene el pensamiento o la opinión de una
personalidad reconocida, en relación con un tema concreto.
De las características del artículo decir que:
-
El emisor, suele ser un emisor
especializado ajeno al periódico. Su opinión no tiene que coincidir
necesariamente con la opinión del grupo editorial. El artículo ha sido y es un
valioso vehículo de expresión, muy utilizado por los pensadores, políticos,
sociólogos y autores literarios de todos los tiempos: Larra, Clarín, Cela,
Umbral...Por tanto, predomina la subjetividad, al contener el pensamiento u
opinión particular de una persona.
-
El mensaje: La amplitud temática es inmensa. Se puede confundir
con un texto humanístico, científico, jurídico, literario, etc... –
-
Estructura: Totalmente libre, a voluntad del articulista. Sólo en
algunos medios ocupa un lugar destacado y preferente, como La Tercera de
ABC. En otros casos, aparece siempre en la sección de Opinión.
Pueden aparecer todas las variedades discursivas: narración, descripción,
exposición, argumentación, etc.
-
La intención del discurso: Dar a
conocer la opinión del autor sobre un determinado tema. En muchas ocasiones,
responde a una finalidad didáctica, hasta el punto de convertirse en verdaderos
ensayos. Muchos autores forman un libro de ensayos con la recopilación de
artículos publicados en prensa. Uno de los éxitos de ventas más recientes así
lo demuestra: El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro
Carreter.
-
Los aspectos lingüísticos. Lo peculiar
del artículo es la combinación de un estilo divulgativo (propio de lo
periodístico) con las diferentes tipologías textuales, especialmente lo
literario.
Bueno,
y ya para finalizar, y cambiando el género literario, te dejo un maravilloso
poema de VICTOR HUGO, escritor francés del S. XIX. Espero que te guste.
Lee el
poema por placer, por curiosidad, si quieres; no tendrás que hacer ningún
trabajo con él. Relájate.
Te deseo primero que ames
Te deseo
primero que ames y que,
Amando, también seas amado.
Amando, también seas amado.
Y que, de no
ser así, seas breve en olvidar
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
Sepas ser sin desesperar.
Te deseo
también que tengas amigos y que,
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la
vida es así, te deseo también que tengas
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre
ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
Para que no te sientas demasiado seguro.
Para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo
además que seas útil, más no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente te
deseo que seas tolerante;
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que
siendo joven no madures demasiado deprisa,
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo de
paso que seas triste,
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que
descubras, con urgencia máxima,
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.
Te deseo que
acaricies un gato, alimentes a un pájaro
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.
Deseo también
que plantes una semilla,
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.
Te deseo,
además, que tengas dinero,
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: "Esto es mío",
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: "Esto es mío",
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Te deseo
también que ninguno de tus afectos muera
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por
fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre
Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre
Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.
Si todas estas
cosas llegaran a pasar,
No tengo nada más que desearte.
No tengo nada más que desearte.
Víctor
Hugo (1802 - 1885)
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